MICHAEL, 50 AÑOS, NIGERIA, CRISTIANO

Al pastor Michael lo enviaron a México después de sufrir un ataque en el templo donde estaba dando culto, en el pueblo de Godogodo, Nigeria, el 16 de octubre del año pasado.

Varios hombres habían entrado a matarlo, pero Michael logró escapar. El ataque fue simultáneo en varias iglesias y causó la muerte a 40 feligreses, al menos 14 de ellos pastores evangélicos, según medios locales.

“El salvajismo y la barbarie del ataque es increíble. Sin embargo, los gobiernos a nivel federal y estatal parecen estar tranquilos y no están comprometidos. Hemos sido abandonados, desatendidos y desprotegidos”, dijo Solomon Musa, abogado defensor del pueblo, a Morning Star News, uno de estos medios.

Con su figura pequeña y sus 50 años que aparentan diez menos, Michael habla con voz triste de lo que sucede en su país. “En Nigeria hay una crisis de religión”, explica en inglés, aunque su lengua natal es ibo. “Los musulmanes nos están persiguiendo, y los cristianos no tenemos libertad. Por eso la iglesia a la que pertenezco, The Lord’s Chosen Charismatic Revival Ministry, decidió enviarme aquí”.

 

 

Nigeria, el país más poblado de África, cuenta con más de 250 grupos étnicos. La mitad son musulmanes, un 40% son cristianos y el 10% tiene creencias indígenas. “En el norte del país vivimos una yihad, y estamos perdiendo muchos fieles porque tienen miedo”, explica Michael en pocas palabras.

“Mi problema es que convertí a tantos musulmanes en cristianos que no les gustaba a los Fulani herdsmen. Es por eso que comenzaron a perseguirme”, recuerda. “Mi única arma en la vida es la Biblia. Esta es mi Biblia, esta es mi arma, esta es mi vida”, cuenta mientras la sostiene en la mano y la agita vehemente.

Para Michael el cambio no ha sido sencillo. Aquí va a fundar una delegación de su iglesia, y está esperando a recibir los fondos que le envían desde Nigeria y Canadá. Pero mientras tanto, a falta de un lugar donde compartir su prédica, los domingos se coloca en el Zócalo, frente a la catedral, y con un micrófono recita su sermón frente a todo el que pasa. Lo hace casi gritando, como desesperado por compartir un mensaje. Y mientras, a su lado, un seguidor le ayuda a traducir su prédica al español.

La gente pasa, los mira, algunos se quedan y la mayoría sigue su camino sin prestar atención. Pero a Michael no le importa. Es más, casi le gusta: es el camino del cristiano, dice. “Vine a México porque México necesita a Dios. Aquí también hay gente sufriendo por ignorar a Dios. Aquí hay mucha adoración, pero yo quiero enseñar la Biblia, el mensaje verdadero”, insiste.

A los acompañantes que le ayudan a traducir los conoció en el Zócalo. Algunos de ellos lo escucharon y trajeron a más gente. “Es Dios quien los trae. Yo he estado yendo de un lado a otro buscando el góspel, buscando a gente o zonas que necesiten a Dios”.

Foto – Michael 3

Detrás de sus gafas, Michael habla como si estuviera dictando un sermón, haciendo énfasis en los puntos clave de su discurso, guiando las emociones hacia una reflexión sobre el poder de Dios. “Para mí, venir aquí no fue una obligación, fue una necesidad. Si no fuera por las dificultades financieras yo no querría hacer ningún otro trabajo que no fuera predicar el góspel, pero ahora sí estoy buscando un trabajo, tal vez como profesor de inglés. Yo rezo y Dios provee de las cosas, pero aquí es muy diferente. Aquí la gente prefiere ir a un club o al parque que ir a la iglesia”.

Está convencido de que si el mundo llevó el cristianismo a África, ahora es su turno de exportarlo al resto. Por eso también está aprendiendo español en una escuela, para poder predicar en otro idioma.

Se despide, pero antes pide permiso para rezar una oración y pedir a Dios por América Sin Muros y sus labores.

*Sus nombres han sido cambiados para proteger su identidad.

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